Ánforas de arcilla
Resonancia de la antigüedad en la modernidad.
Ánforas de arcilla
Los vinos elaborados en ánforas, de manera natural con levaduras salvajes resultan en un vino de textura fina, afrutado y con taninos ligeros.
CANTIDAD
10
TEMPERATURA
15º a 19ºC
FERMENTACIÓN PROMEDIO
15 a 20 días
CRIANZA PROMEDIO
2 inviernos
Orígenes
Las ánforas, grandes recipientes de arcilla con dos asas, han sido fundamentales en la vinificación desde el periodo neolítico. Especialmente valoradas por las civilizaciones griegas y romanas (1500-500 a.C.) por su utilidad para almacenar, transportar y envejecer vinos, se sellaban con brea y se moldeaban para apilarse en bodegas de barcos, facilitando el comercio. Algunas incluso llevaban inscripciones sobre el origen y la cosecha del vino.
En Georgia, centro de la vinificación en ánfora, estos recipientes son conocidos como “qvevris”. La técnica sigue vigente, evidenciando su influencia perdurable en la vinificación georgiana. Tan integral es la vinificación en qvevri para la cultura georgiana que ha sido incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
A pesar de los avances modernos en almacenamiento de vino, algunos vinicultores contemporáneos están reviviendo el uso de ánforas, apreciando su capacidad para aportar sabores y texturas únicas al vino, como hace miles de años.
Efectos
El uso de ánforas en la vinificación moderna ha realzado tanto los aspectos técnicos como las experiencias sensoriales, especialmente en el caso de los vinos blancos. Al hacer vinos blancos en ánforas, se obtienen notas concentradas de cítricos, manzana y melocotón blanco, acentuadas por la mineralidad secante que proporciona la fermentación en terracota. A pesar de un alcohol final relativamente bajo, el paladar se eleva por encima de la sequedad absoluta, ofreciendo una excelente longitud en general.
Los vinos vinificados en ánforas y macerados en pieles resultan en un vino ámbar con perfiles de sabor únicos y una acidez picante1. Las ánforas también se utilizan para envejecer vinos, como el Cabernet Franc, dando lugar a un vino rico y concentrado con taninos densos y un carácter abierto y especiado.
El envejecimiento en ánfora también revela aromas complejos en los vinos con el tiempo, como bayas oscuras, roca triturada, violeta y matorral mediterráneo1. Finalmente, cuando se elaboran vinos de manera natural con levaduras salvajes y se envejecen en ánforas, resultan en un vino de textura fina, afrutado y con taninos ligeros.
Orígenes
Las ánforas, grandes recipientes de arcilla con dos asas, han sido fundamentales en la vinificación desde el periodo neolítico. Especialmente valoradas por las civilizaciones griegas y romanas (1500-500 a.C.) por su utilidad para almacenar, transportar y envejecer vinos, se sellaban con brea y se moldeaban para apilarse en bodegas de barcos, facilitando el comercio. Algunas incluso llevaban inscripciones sobre el origen y la cosecha del vino.
En Georgia, centro de la vinificación en ánfora, estos recipientes son conocidos como “qvevris”. La técnica sigue vigente, evidenciando su influencia perdurable en la vinificación georgiana. Tan integral es la vinificación en qvevri para la cultura georgiana que ha sido incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
A pesar de los avances modernos en almacenamiento de vino, algunos vinicultores contemporáneos están reviviendo el uso de ánforas, apreciando su capacidad para aportar sabores y texturas únicas al vino, como hace miles de años.
Efectos
El uso de ánforas en la vinificación moderna ha realzado tanto los aspectos técnicos como las experiencias sensoriales, especialmente en el caso de los vinos blancos. Al hacer vinos blancos en ánforas, se obtienen notas concentradas de cítricos, manzana y melocotón blanco, acentuadas por la mineralidad secante que proporciona la fermentación en terracota. A pesar de un alcohol final relativamente bajo, el paladar se eleva por encima de la sequedad absoluta, ofreciendo una excelente longitud en general.
Los vinos vinificados en ánforas y macerados en pieles resultan en un vino ámbar con perfiles de sabor únicos y una acidez picante1. Las ánforas también se utilizan para envejecer vinos, como el Cabernet Franc, dando lugar a un vino rico y concentrado con taninos densos y un carácter abierto y especiado.
El envejecimiento en ánfora también revela aromas complejos en los vinos con el tiempo, como bayas oscuras, roca triturada, violeta y matorral mediterráneo1. Finalmente, cuando se elaboran vinos de manera natural con levaduras salvajes y se envejecen en ánforas, resultan en un vino de textura fina, afrutado y con taninos ligeros.
OTROS RECIPIENTES DE CRIANZA
OTROS RECIPIENTES DE CRIANZA
La crianza en huevos imprime movimiento y fluidez y facilita que la temperatura sea la misma en todo el recipiente, ayudando a que el vino desarrolle las características de su terroir.
Las barricas proporcionan un contacto más íntimo con el roble, permitiendo una mayor integración de sus aportes sutiles. Los foudres, de mayor tamaño, ofrecen una crianza más sutil, resaltando más las características propias del vino.
La crianza en huevos imprime movimiento y fluidez y facilita que la temperatura sea la misma en todo el recipiente, ayudando a que el vino desarrolle las características de su terroir.
Las barricas proporcionan un contacto más íntimo con el roble, permitiendo una mayor integración de sus aportes sutiles. Los foudres, de mayor tamaño, ofrecen una crianza más sutil, resaltando más las características propias del vino.